Considero que no es casual que
determinadas instituciones educativas de elite, como el propio MIT, fueran
las primeras en implantar e involucrarse en actividades relacionadas con los
MOOC y, en general, con los OpenCourse Ware. Estas
instituciones mantienen una tensión constante por adaptar y mejorar sus
estrategias formativas, entre otros motivos porque son privadas y pugnan por
captar estudiantes/clientes. Pero más allá del debate entre lo público y lo
privado en la educación superior, el impulso inicial de estas universidades y
centros de investigación ha proyectado con fuerza la imagen de los MOOC como
herramientas formativas con futuro. Las universidades e instituciones más
modestas se encuentran actualmente en
pleno proceso de implantación de nuevos MOOC. No obstante, la duda que me
gustaría plantear en este post es en qué medida estamos aprovechando este nuevo
escenario para reflexionar, más allá de los MOOC, sobre la educación superior.
Me apresuro a decir que solamente plantearé la duda, pero en absoluto podré
ofrecer una respuesta.
Hace unos meses el MIT FacultyNewsletter, en una reflexión sobre los MOOC planteaba que: “Many are getting on board, while others remain
skeptical, but one happy consequence is unquestionable: we discuss how we teach
more now than ever before”. Me parece muy provechoso este punto de
vista: más allá de la postura que cada cual tomemos respecto a los nuevos
entornos formativos, una consecuencia positiva se derivaría del hecho de
repensar la educación superior en su conjunto y, por extensión, cómo insertar y
qué papel deberían jugar los MOOC en ella. Pero me temo que esta reflexión
sobre el conjunto de la educación superior no se está dando en la medida que
sería deseable.
Algunos datos sobre finalización de los MOOC
Como decía antes, la importancia
cualitativa de las instituciones pioneras en el uso de los MOOC, ha llevado a
que el tema tome entidad por sí mismo, dándole una proyección que en ocasiones
se superpone al debate general sobre la educación superior. Las instituciones
que se han sumado más recientemente a la implantación de MOOC, da la impresión
de que se han saltado un escalón y directamente han pasado a debatir el cómo,
dejando a un lado las cuestiones que considero esenciales: para quién y para
qué. Responder de forma adecuada a interrogantes es vital para garantizar que
la educación superior sigue cumpliendo uno de sus roles fundamentales: mejorar
las condiciones de vida de las sociedades,
en especial mediante el acceso de amplias capas de la población a la educación
universitaria.
En el caso español, además la implantación y
desarrollo de los MOOC ha coincidido con el llamado proceso de Bolonia,
mediante el cual se pretende articular el espacio europeo de educación
superior. Esta coyuntura ha precipitado importantes cambios en el diseño y la
gestión de la enseñanza universitaria en un corto espacio de tiempo. El proceso
de Bolonia tiene en su “background” palabras clave como “aprendizaje para toda
la vida”, “activación”, etc. Entre las cuestiones que plantea Bolonia, las
metodologías educativas ocupan un papel central: en Bolonia el referente mítico
en la enseñanza se va desplazando de la conferencia magistral hacia
metodologías de tipo más constructivista. En este desplazamiento, el aula
pierde su estatus de único espacio formativo. Pero Bolonia no da respuesta a
cuestiones más de fondo y, sobre todo, su rápida implantación (que se ha dado,
además, en un contexto de crisis económica y recortes presupuestarios) no ha
permitido repensar la educación superior y, por lo que aquí nos ocupa, cuál es
el lugar de los MOOC: ¿son complementarios a las aulas? ¿qué valor tienen como
credenciales? ¿han de tomar el modelo del aula (valga la expresión) como
referencia o podemos pensarlos desde otras lógicas pedagógicas?
Como decía al principio, no pretendo
elaborar una respuesta, sino señalar que, a mi modo de ver, el debate sobre los
MOOC debería insertarse en el debate sobre la educación superior y,
especialmente, en la reflexión sobre la relación de esta con la mejora de las
sociedades. Os dejo aquí un video que me parece, como decimos en valenciano, “engrescador”
(engrescar sería como incitar o animar). Se trata de un video que muestra una
experiencia (que es una de las que se encuentran en la infografía que tenéis más arriba) que, creo, suscita algunas dudas que pueden ser útiles para el debate.
Hola,
ResponderEliminarmuy interesante el vídeo, David. Yo lo que tengo claro es que no podemos volver atrás, los MOOC puede que cambien de nombre o de formato pero la enseñanza online a distancia ya ha empezado su camino y continuará.
Lo difícil para mi es innovar no sólo en la forma sino en el fondo, lo que plantea el vídeo al comienzo, utilizamos una pantalla de ordenador pero la estructura y el modelo es el mismo. Y por otro lado, lo complicado también es no caer en componer un curso y no marcar unas guías para los estudiantes: los plazos de los que habla el vídeo son importantes, fomentar la participación en los foros con comentarios. etc. si no hay una motivación, los alumnos que seguirán la clase serán una minoría, y creo que esto ocurre en la clase tradicional y en las clases más innovadoras.
En la mayoría de los casos bolonia sólo ha supuesto más tareas para los alumnos y tal vez, menos exámenes, pero no un cambio de paradigma porque el ratio de alumnos por clase no permite ni una atención personalizada, ni un debate. Tal vez aquí también puedan ayudar los MOOC, que permiten el debate y la interacción aunque los alumnos sean muchos. Yo tampoco tengo la solución.
Un saludo grupo 9
Eva Montilla