Una de las reticencias que se plantean
en el debate sobre los MOOC es si estos suponen una nueva forma de aprendizaje
o si se trata del uso de nuevos medios comunicativos pero con lógicas, digamos,
tradicionales. La cuestión no es intrascendente, puesto que en el caso de
encontrarnos en el segundo de los supuestos existe un claro riesgo de
desperdiciar (¡una vez más!) una oportunidad para renovar las dinámicas de
transmisión y construcción del conocimiento. Utilizando un ejemplo bastante
reciente, este segundo supuesto es como si el libro electrónico, un formato
capaz de albergar videos, enlaces, etc., se utilizara únicamente como un nuevo
estándar de texto, una especie de pdf al que podemos modificar algún parámetro
(tamaño y tipo de letra). Es necesario explorar el potencial pedagógico de los
MOOC, puesto que este tipo de cursos constituyen una herramienta vital de cara
a democratizar la educación superior y permitir crear sinergias con actores que
no necesariamente deben estar físicamente en los territorios donde están las
instituciones educativas. No obstante, es imprescindible que estos actores sean
sujetos activos del proceso formativo. Parafraseando a Nietzsche, no podemos
estar pensando en crear solo con seguidores, hacen falta creadores y creadoras.
Pero para ello hay que crear las condiciones.
Desde MOOC-Explorer se plantea una
tipología que distingue entre cMOOC y xMOOC, los que ahora se habla todos los
días: "El cMOOC es conectivista: el organizador (¿podemos realmente
hablando profesor?) del "curso" (¿podemos realmente hablar de curso?)
desarrolla una estructura cohesiva del material educativo, pero no muestra un
camino claro para los participantes, esperando que estos la sigan linealmente".
Por su parte, el xMOOC "basado en un modelo de pedagogía instructivista,
que es lo que hemos conocido durante siglos: la enseñanza directa por una
persona experta (el profesor o profesora) en relación con un currículo (el plan
de estudios) y teniendo como meta el aprendizaje de conocimientos específicos".
Cada uno los tipos de MOOC tendría, evidentemente, limitaciones y ventajas. Así,
aunque los cMOOC serían más difíciles de implantar en áreas como las
matemáticas y la física, sus resultados estarían vinculados con un tipo de
aprendizaje mucho más sólido que el aprendizaje mecánico de contenidos. En el
otro extremo, los xMOOC, facilitan la articulación de cursos realmente masivos,
aunque principalmente basados en la adquisición de contenidos.
La cuestión que creo que es fundamental
es si los MOOC han de ser vistos, en aras a ser "masivos", como una
forma de hacer llegar on line los cursos tradicionales o si, por el contrario,
deberíamos repensar el formato y, como se dice en lenguaje alpinista, pensar los
MOOC como una "ventana de buen tiempo" que hay que aprovechar para
redefinir algunos conceptos y prácticas. Personalmente estoy por esta segunda
opción. Y aprovecho esta breve reflexión para compartir una duda: tal vez una
cuestión interesante sería pensar la palabra "masivo". Creo que
deberíamos alejarnos de la cuestión numérica, cuantitativa, y pensar en
términos más cualitativos. Quizá en lugar de en cursos masivos, deberíamos
ponderar la posibilidad de cursos diversos: cursos que permitan trayectorias
formativas diversas, que no tengan el aula como referencia, sino el inmenso espacio
que se abre a través de las pantallas de ordenadores y tabletas, ese aleph
borgiano al que no sería deseable ponerle demasiadas puertas.